lunes, 31 de marzo de 2014

Funciones urbanas ecosistemicas. El proceso de acumulacion material: la tecnomasa

La expansion urbana es una de las funciones ecosistemicas fundamentales de las ciudades. Todas las ciudades se expanden, algunas como las ciudades latinoamericanas, a velocidades muy altas que pueden llegar a 40 m2/minuto.

Las ciudades latino americanas se expanden a grandes velocidades, superiores a muchos procesos a escala del paisaje. Imagen Landsat (742) ciudad de Buenos Aires.

Esta expansion puede ser entendida de dos formas: como un comportamiento ecosistemico, donde las ciudades al igual que cualquier otro ecosistema, acumulan materia. Es esta materia la que permite que la energia y la informacion fluyan. La segunda forma que deriva de la primera, es metabolica: el proceso de acumulacion material es, tanto en los ecosistemas naturales como en los artificiales (urbanos) un proceso metabolico, donde la materia que se acumula proviene de fuera de los limites del sistema.

Los ecosistemas naturales tambien acumulan materia: biomasa. Este es una de sus caracteristicas fundamentales. El volumen total de materia acumulada explica la cantidad de energia que fluye por el sistema.

Este proceso de acumulacion material ha recibido muy poca, casi nula atencion en los estudios urbanos. Es este paper se describe un nuevo indicador propuesto para medir este proceso de acumulacion material: la tecnomasa. Al igual que en los ecosistemas naturales, la tecnomasa es la sumatoria general de materia acumulada en diferentes compartimientos espaciales. Desde aqui se puede establecer un comportamiento ecosistemico y tambien metabolico de los sistemas urbanos, que permite entenderlos de mejor forma. Finalmente, biomasa y tecnomasa estan en constante competencia por el mismo espacio. Esta es la expresion metabolica del proceso de cambio de cobertura del suelo.
De la misma manera los ecosistemas urbanos acumulan materia: technomasa. Hay una tendencia poderosa a acumular materia verticalmente: en Tokio durante las ultimas dos decadas, 40% de los materiales de construccion que han ingresado a la ciudad se han destinado a estructuras subterraneas. http://www.edsaplan.com/files/media-image/portfolio/dalian-wolong-bay-eco-valley-section-254.jpg

domingo, 16 de febrero de 2014

El planeta del geógrafo (El principito)



Soy geógrafo – dijo el Señor anciano.
- Qué es un geógrafo ?
- Es un sabio que sabe dónde se encuentran los mares, los ríos, las ciudades, las montañas y los desiertos.
- Eso es muy interesante – dijo el principito. – Éste es, por fin, un verdadero oficio !. - Y echó un vistazo a su alrededor sobre el planeta del geógrafo. Nunca había visto un planeta tan majestuoso.
- Su planeta es hermoso. Tiene océanos ?
- No puedo saberlo – dijo el geógrafo.
- Ah! – (El principito estaba decepcionado). – Y montañas ?
- No puedo saberlo – dijo el geógrafo.
- Y ciudades y ríos y desiertos ?
- Tampoco puedo saberlo – dijo el geógrafo.
- Pero usted es geógrafo !
- Exactamente – dijo el geógrafo – pero no soy explorador. Carezco totalmente de exploradores. No es el geógrafo quien va a contar las ciudades, los ríos, las montañas, los mares, los océanos y los desiertos. El geógrafo es demasiado importante para andar paseando. No abandona su escritorio…

Según Naredo la geografía contemporánea renuncio a su gran llamado en la década de los 70. Con el arribo de la teledetección y las imágenes satelitales la geografía por primera vez estuvo en pie de establecer robustas bases cuantitativas y dar luz en términos cuantitativos a la dimensión económica y ecológica de los procesos globales, proveerlos de un sustento espacial dimensionado. Un rol fundamental para un mundo que clama por cambios de paradigma… 

Seguiremos esperando que la generatio aequivoca nos regale una ciencia que permita entender las relaciones sociedad naturaleza desde un punto de vista espacial y cuantitativo. Que permita contrarestar la vision aritmomórfica, miope y a veces despiadada de otras disciplinas que hoy guian al mundo... 


viernes, 3 de mayo de 2013

METABOLIZACION TERRITORIAL: UN PROBLEMA SIN SOLUCION TECNICA

Vivimos en una sociedad que ha transformado casi por completo la faz de la tierra. La agricultura mundial se soporta en territorios que otrora fueron frondosos bosques. Mas allá de las alarmantes tasas de deforestación de ciertos países - que ocupan la atención de organismos internacionales - el viejo mundo y parte importante de Asia y Norteamérica ya fueron deforestados en procesos devastadores desde el punto de vista ecológico durante los siglos XVII, XVIII y XIX. Hoy día tales territorios gozan del estatus de paisajes culturales, donde aquella intervención del hombre que alteró, modificó y en algunos casos exterminó el ecosistema preexistente, ha sido enaltecida como un valor para la civilización. No se ha medido la relevancia y magnitud de lo perdido. Las transformaciones antrópicas del territorio a gran escala traen implícitas este germen de perversidad, en algún momento dejan de ser modificaciones dañinas para pasar al estatus de paisajes a conservar.


El paisaje “natural” europeo, que a veces tanto seduce, es un constructo completamente artificial.  Rather en Saxon Switzerland National Park, Germany. Fotografía del autor. 

El caso del valle central de Chile es elocuente, que ha sido deforestado en gran magnitud, generándose un nuevo paisaje agrícola que ha desplazado al original de bosques frondosos. Hoy esos territorios además de ser la fuente de alimentación del país son un paisaje que se vende turísticamente como tal. El bosque, que ocupo esos territorios antes que el hombre, ya ha sido olvidado mientras el proceso de deforestación aún continua expandiendo las fronteras agrícolas y ganaderas.





Área deforestada en la región de Magallanes, Patagonia Chilena. Fotografía del autor. 

La sociedad actual, mientras ignora los efectos agregados que transforman el medio natural a gran escala, se concentra en proteger y gestionar pequeños elementos aislados o componentes ambientales, en un gestión menoscabada del medio natural que soslaya las mayores presiones que se producen como efecto del conjunto de las actividades sobre el territorio, de la sociedad sobre el medio natural y de las sinergias que surgen en ese actuar sistémico, como propiedad emergente que resulta en una pérdida neta de valores ecológicos y la desaparición de ecosistemas completos.
En su conjunto el metabolismo de las sociedades ejerce una presión sinérgica sobre el medio natural que se constituye en la principal amenaza para su protección a largo plazo. El paradigma actual de usos sostenibles, gestión del ambiente y, peor aún, de valoración de los servicios ambientales, no es adecuado para tales objetivos, pues coadyuva con el sistema en la dirección del detrimento ecológico, soslayando el efecto del conjunto. Hasta el momento no existe manera de asegurar una adecuada mantención de los sistemas naturales cuando se inscriben en la esfera metabólica de las sociedades. Quienes intentan validar aquello como posible, realmente están trabajando para aprovechar, utilizar e incorporar al metabolismo social los últimos saldos ecológicos de un territorio que por tales acciones pierde su principal condición: el de ser verdaderamente natural.



Patagonia, todavía quedan lugares verdaderamente naturales, aunque están en franco retroceso. Fotografía del autor. 

Es el dilema del iceberg que deja las relaciones entre sociedad y naturaleza sumergidas en un océano de ignorancia. La sociedad actual es sensible y conciente sólo de aquello que ocurre sobre el nivel de la superficie, al alcance de la percepción: la acumulación de riqueza y excedentes producto del actual sistema económico, en ciudades y sociedades que miden sus grados de éxito en guarismos miopes como el incremento del PIB. También existe conciencia, a veces con gran orgullo, de los denominados problemas ambientales, los que forman parte de la mayoría de las agendas gubernamentales, las agendas verdes. Sin embargo el verdadero marco de estas relaciones es el de la incertidumbre, donde se ignora no sólo la acumulación de efectos antrópicos sobre los compartimientos ambientales, sino también la magnitud de las explotaciones. Aún cuando el nivel de percepción se ha ampliado no es suficiente para dimensionar la magnitud del fenómeno. Mientras los flujos metabólicos permanecen desconocidos.


El dilema del iceberg. Fuente: Inostroza 2011.

Las sociedades anteriores a las actuales sociedades industriales poseían mecanismos para poder percibir sus interacciones con el medio ambiente natural. Las sociedades de cazadores recolectores se veían forzadas a realizar excursiones cada vez mas largas para encontrar alimentos adecuados si cazaban o recolectaban con demasiada eficacia. Estaban en condiciones de entender que había demasiadas bocas que alimentar para un determinado entorno y si era el caso moderaban culturalmente su reproducción. Las sociedades agrícolas por su parte eran capaces de aprender de las consecuencias cuando se explotaban demasiado los suelos o se tenían demasiados animales que alimentar. Sin embargo las sociedades industriales actuales experimentan que las materias primas son cada vez más baratas, que la agricultura produce bienes en exceso y que la población vive cada vez mas y mejor. No dependen del territorio sino se benefician de intercambios remotos y del transporte, manteniendo a su creciente fuerza laboral empleada la mayor parte del tiempo y mitigan las tensiones sociales mediante el crecimiento económico. Esto produce que la mayoría intente imitar los modos de producción y estilo de vida de estas sociedades.



Inlcuso en lugares tan distantes como la Patagonia, en el extremo austral del mundo, se intenta imitar los modos de produccion y de vivir de otras latitutes. Ushuaia. Fotografía del autor. 

Para Ortega y Gasset la técnica y el bienestar son sinónimos que implican la adaptación del medio a la voluntad del sujeto. En términos proporcionales analizando el porcentaje de población mundial que ha alcanzado esta meta, ciertamente es un problema que no tiene solución. Ese deseo del hombre de adaptar el medio a su voluntad para gozar de bienestar no se cumple para la gran mayoría de la población, sólo para algunas pocas sociedades privilegiadas mientras gran parte de la humanidad vive en condiciones precarias. Este contexto genera mucho del debate actual de sostenibilidad y desarrollo humano, la incapacidad hasta hora de modificar ese medio a nuestro antojo. Las modificaciones actuales han resultado más bien derivadas de decisiones tomadas sin mayor conciencia de sus reales consecuencias. 

Un supuesto implícito y casi universal en los análisis publicados en revistas científicas (profesionales y de divulgación) es que los problemas discutidos tienen una solución técnica. Una solución técnica puede definirse como aquella que requiere solo un cambio en las metodologías y técnicas de las ciencias naturales, y demanda poco o ningún cambio en el ámbito de los valores humanos o las ideas morales (Gared Hardin). 

El tema de los límites no es retórico o romántico, como se argumenta algunas veces para justificar los actuales patrones de desarrollo, es un tema científico: 

 Curvas de crecimiento exponencial al infinito sólo en matemáticas. En el mundo físico siempre giran y se saturan o declinan catastróficamente. Es nuestra responsabilidad como hombres pensantes hacer lo mejor hacia una suave saturación en vez de un crecimiento exponencial sostenido, que nos llevará a enfrentar problemas desconocidos y desastrosos (Denis Gabor).

Sin embargo la solución al dilema de los límites no es científica como sus argumentos, es un acuerdo social, que debe surgir de la conciencia sobre la magnitud de nuestras intervenciones y modificaciones sobre la naturaleza, donde se hacen necesarias nuevas formas de mensurar las relaciones que aun permanecen escondidas bajo el nivel de la superficie de las conciencias.

martes, 19 de febrero de 2013

NATURALEZA: LA NECESIDAD DE UN NUEVO PARADIGMA



Existe actualmente una confusión epistemológica en torno a los llamados problemas ambientales donde se mezclan diversidad de temas: contaminación del aire, agua y suelo, pérdida de diversidad biológica, manejo de sustancias tóxicas, pobreza, deforestación, etc.
Sin embargo para un abordaje del tema es necesario distinguir entre aquellos que podríamos denominar problemas ambientales propiamente tales, entre los cuales están todos aquellos efectos derivados de acciones humanas que afectan directamente los ecosistemas antrópicos o hábitat humano, como: contaminación, pobreza, etc. Estas problemáticas poseen hoy día una gran relevancia y han generado conceptos como el de “verdificación del desarrollo”, en una aproximación que entiende el problema básicamente como algo tecnológico, donde en la medida que las formas de interactuar con el medio ambiente sean limpias éste estará a salvo. El leit motiv de esta visión es proteger los ambientes donde vive el hombre. Sin embargo en esta concepción las prioridades de la naturaleza no existen.
En una dimensión distinta están los problemas de la naturaleza, que más que ambientales son problemas de una naturaleza en vías de extinción, que se mide habitualmente como la pérdida neta de diversidad biológica. Sin embargo aquí subyace otra forma de extinción, la territorial, el retroceso de las fronteras de los ecosistemas naturales frente al avance de los antrópicos es también una forma de extinción, donde desaparecen los últimos lugares vírgenes del planeta.
Frente a esta disminución espacial de los ecosistemas naturales existe el consenso de que el hombre es capaz de manejar los ecosistemas naturales. Este es un concepto de manejo originado en la forma europea de ocupación y utilización del territorio, propia de un continente altamente antropizado y donde el concepto de naturaleza tiene un significado distinto que en la Patagonia. Sin embargo pretender manejo del medio natural, que implica control y dirección, es arriesgado frente al escaso conocimiento actual de los procesos ecológicos.
En la Patagonia, donde todavía existen ecosistemas naturales sin la intervención del hombre, cuando aparece el concepto de belleza escénica asociado a la explotación turística, es una invitación subrepticia a la antropización de un ecosistema natural, que encierra en sí misma un germen de alteración y transformación del medio natural. Una forma de valoración social que los incorpora silenciosamente al metabolismo de la sociedad, que los transforma en objetos portadores de valor económico. Tal es sinónimo de extinción, donde existe una pérdida neta de algo irrecuperable, territorios todavía sin intervención del hombre. La conceptualización paisajística del territorio abre la puerta para comenzar la transformación de un espacio que todavía permanece en estado natural, situación que lo expondrá a un estadio final de antropización o sea su extinción como territorio natural.
El concepto de paisaje patagónico ganadero es otra forma de entender el territorio, que no deja espacio físico ni conceptual para entender que aquello era un territorio que albergaba un ecosistema que hoy día esta gravemente alterado y altamente deteriorado por el hombre. Sin embargo la percepción que se tiene de este paisaje es de “valor cultural” (Garcés 2009) el que surge de la agregación de elementos físico-perceptuales naturales y antrópicos: praderas, estancias ganaderas, ovejeros, ovejas, etc., sin distingo entre elementos nativos y elementos alóctonos. El concepto de paisaje ganadero patagónico esconde las graves y profundas alteraciones de lo que fue ecosistema natural, disimulando su paulatino deterioro.
La preservación hace fundamental el detener la gradiente de antropización de los ecosistemas naturales, que comienza con la colonización, continua con la apropiación y en fases avanzadas se transforma en ruralización y cuya expresión final son los ecosistemas urbanos.
Desde tal punto de vista en la Patagonia lo que hay que preservar son aquellas funciones ecológicas básicas que permiten que esos ecosistemas mantengan su funcionamiento natural en el largo plazo. Es decir evitar la antropización del medio natural.
Volviendo a la necesaria separación entre los llamados problemas ambientales y los de la naturaleza, o de deterioro ecológico (Naredo 2004), existe la posibilidad de que el hombre efectivamente sea capaz de superar sus problemas, que pueda llegar a tener control, ya sea a través de la tecnología o controles sociales de otro tipo, sobre los efectos que hoy día afectan el medio ambiente humano. Sin embargo a las tendencias y patrones actuales tanto de crecimiento poblacional como de aumento ingente de las tasas y flujos de materia y energía en los ecosistemas antrópicos, insumos que vienen desde los ecosistemas naturales, instaladas y mantenidas esas tendencias, ese futuro utópico de sociedades con control de sus problemas ambientales será seguramente uno donde la naturaleza como la conocemos hoy no existirá.

lunes, 30 de enero de 2012

NIVELAR PARA ABAJO: EL PENDULO DE LA HISTORIA EN LA CRISIS DEL GAS EN MAGALLANES. A veces la historia parece un péndulo que vuelve rítmicamente a los

mismos extremos.

Hace 100 años Punta Arenas era una de las ciudades más prósperas de Chile. Prosperidad que se cimentó en 3 pilares: inmigración (social), ganadería lanar (atributo geográfico), régimen de puerto libre (económica). Tal conjugación de factores produjo un acelerado e impresionante desarrollo económico y social en apenas 2 décadas, la época de oro de Magallanes, que dejo profundas huellas, entre ellas una esplendida ciudad repleta de magnifica arquitectura que todavía maravilla a sus visitantes.
Sin embargo tanta prosperidad era muy mal vista por la aristocracia santiaguina. Años antes, cuando se definían los limites australes con Argentina, Barros Arana diría de la Patagonia que era una zona inhóspita y despreciable, “un yermo”, un desierto donde no florece nada, definiéndola así en su libro “Elementos de Geografía Física” el cual fue introducido como texto oficial de los liceos de Chile.
Al abrigo de esas y otras abyectas apreciaciones se pone término en 1913 al régimen aduanero especial de Punta Arenas.
Los argumentos que justificaban tal medida son impresionantemente similares a los que se dan hoy día para quitar el subsidio al gas: que la región vive un régimen de privilegios, que la calidad de vida es superior a la del resto del país, que tal situación es discriminatoria con el resto de los habitantes, que es necesario nivelar la situación con la realidad nacional y evitar abusos e incentivar en desarrollo, etc.
Volviendo a la historia de la aduana en Magallanes los beneficios que recibió el Estado con el impuesto fueron mínimos, la recaudación fue tan baja que en poco o nada abultaron las arcas fiscales de la época, tal como ocurre hoy con la recaudación que se recibirá del mayor valor del gas al quitar el subsidio. Sin embargo el efecto de la medida fue tremendo: los impuestos aduaneros fueron la lápida del floreciente comercio regional.
Vista la medida en la perspectiva de la historia mas parece una nivelación para abajo, dejar a la región tan al nivel del resto del país. Una situación de justicia, acabar con la fiesta de una vez por todas. Y lo lograron.
Los efectos no se hicieron esperar. El tráfico marítimo disminuyó drásticamente a niveles mínimos y el comercio general en la ciudad se desplomó rápidamente. El golpe de gracia vendría con la apertura del Canal de Panamá en 1914 y la segunda guerra mundial en 1918. Así Magallanes no debió esperar la crisis del 29 para su miseria pues ésta había comenzado antes con la decidía de las autoridades centralistas. La región se hundió en un letargo por más de 3 décadas, el despoblamiento y la desesperanza hicieron presa del pequeño cuerpo social, las familias afortunadas y los capitales emigraron a Argentina mientras la región se sumergía en una profunda crisis que duró hasta el descubrimiento de petróleo en 1945.
Efectivamente, fueron los hidrocarburos, petróleo y gas, descubiertos en Sprinhill en 1945 los que sacaron a la región de su estancamiento económico en un proceso de reconversión productiva que duro varias décadas. De esta manera surge ENAP en 1950. De esta manera Magallanes se convierte en la única región en Chile productora de hidrocarburos, aportando al desarrollo del país por mas de 50 años. Con recursos naturales provenientes de ese yermo que definía Barros Arana en el siglo XIX.
Se argumenta que la ENAP esta quebrada, sin embargo el subsidio tiene un peso marginal frente al monto del endeudamiento. Que la empresa esta en riesgo, sin embargo tiene participación en 19 empresas nacionales e internacionales, ha tenido utilidades de varios miles de millones de dólares durante los últimos años y además, como empresa, paga impuestos que ascienden al 17% del ejercicio anual. Impuestos que van al mismo Estado, o sea su dueño. Es decir meterse la mano en un bolsillo para ponerlo en el otro.
Esta forma de proceder solo encuentra justificación en la miope mirada neoliberal del desarrollo, esa que no acepta que el Estado tenga participación en el sector productivo, sin importar que se trate de áreas estratégicas para el desarrollo, y que sólo evalúa en función de resultados cortoplacistas y de utilidades.
Las regiones requieren un apoyo sustantivo y decidido del Estado para su desarrollo. Los procesos de desarrollo económico regional poseen inercias que están correlacionadas con sus tamaños. Economías más grandes y robustas como las de la capital resisten de mejor forma los embates producto de cambios en las políticas arancelarias y de subsidios que otras más pequeñas, con menores masas productivas no pueden absorber.
¿Qué aporte al desarrollo regional han tenido entonces las utilidades de ENAP a lo largo de 50 años de explotación? ¿Qué le queda a la región de Magallanes hoy, además de pasivos ambientales y subsidios efímeros? Son preguntas de geopolítica, que además ya están contestadas al otro lado de la frontera, donde el poblamiento argentino ha sido vertiginoso triplicando la población de Magallanes. Y este es un tema central en el desarrollo de esta austral región: Magallanes nace como región en un intento por evitar que dichos territorios fueran reclamados por franceses, ingleses… y luego argentinos.
Se trata de una región que en dos oportunidades en su historia ha tenido posibilidades de desarrollo sin depender del Estado nacional. En ambos casos el centralismo enfermizo de Chile ha asfixiado tales posibilidades en una mirada que no ve con buenos ojos el emprendimiento regional y el esfuerzo con buenos frutos, cuando este ocurre lejos de Santiago y de las cúpulas de poder. Hoy la región esta en su tercera reconversión productiva, desde los hidrocarburos hacia las actividades terciarias lideradas por el turismo. Ojala este golpe al subsidio del principal insumo energético de la economía regional no sea otra pesada lápida para el desarrollo de una región que debe luchar no sólo contra el agresivo clima y geografía, sino mucho mas contra el propio Estado, ese que debería estar al servicio del desarrollo de todo el territorio nacional y no solo preocupado de mantener los enormes privilegios de la clase asentada en la ciudad capital.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Las sociedades se desarrollan con personas

Las sociedades están constituidas por personas, ni por inversiones, ni infraestructuras, como algunos pretenden convencernos y por esta razón el desarrollo de la sociedad se relaciona directamente con el desarrollo de sus gentes. Esta observación tan obvia es constantemente ignorada en las propuestas que nos acosan mediaticamente desde todos los sectores. Todos ofrecen más de lo mismo, empleo, seguridad ciudadana, mejores pensiones, mejor sueldo mínimo y otras tantas promesas repetidas que nos hemos acostumbrado a escuchar. Lamentablemente los problemas sociales, el empleo, seguridad ciudadana, pensiones y sueldos mínimos, no se arreglan de un día para otro ni por arte de magia y por esta razón requieren de un análisis más profundo y comprometido, de largo plazo por cierto.

Para el caso de las regiones, y particularmente las de frontera como Magallanes, esto es todavía más dramático, porque nuestros problemas no son realmente aquellos que aparecen milagrosamente resueltos en los acalorados discursos proselitistas que les gusta tanto mostrar a los noticieros. Esos que aparecen como nuestros problemas son en realidad las consecuencias de nuestros verdaderos problemas, los que hace mucho tiempo no son enfrentados de manera efectiva, y lo que resulta más preocupante, es que no se les da la atención que merecen.

Porque efectivamente las sociedades se desarrollan, esto es logran mejores condiciones de vida, con personas. No con asistencialismo del Estado ni lucro del mercado. O con los modelos de industrialización, de sustitución de importaciones o de polos de desarrollo, todas visiones obsoletas del siglo pasado, discursos oxidados sacados de un baúl polvoriento, incapaces de mirar el futuro enigmático que nos presenta el siglo XXI.

Son las personas los únicos motores de desarrollo que pueden transformar hasta el desierto mas yermo en un vergel. Y no tenemos que mirar tan lejos, si esta región es un notable ejemplo de aquello: Magallanes debe su origen y todo lo bueno que tiene al empuje y tesón de aquellos que llegaron a principios del siglo XX y convirtieron la fría estepa en uno de los espacios sociales más espléndidos del Chile del 1900. Con sus bemoles pero así fue.

Sin embargo y para ser sinceros esta región no fue capaz de capitalizar en el largo plazo aquel florecimiento de principios del siglo XX. Al margen de las causas históricas que nos han afectado desde entonces, es claro que la dimensión de frontera de nuestra región nos configura de una manera diferente al resto del país y en eso estamos todos de acuerdo. Pero lo que resulta insólitamente preocupante es la incapacidad como colectivo social de articular estas especiales características en las que todos estamos de acuerdo en una propuesta concreta de desarrollo, que sea coherente y unitaria, que sea el reflejo de aquello que necesitamos para lograr convertirnos en un mejor espacio social hacia el futuro: una visión conjunta de esta sociedad de frontera que es Magallanes. Por el contrario, nos hemos convertido en una sociedad reaccionaria, que enfrenta los problemas cuando éstos ya se han gatillado o cuando la contingencia los pone en tabla, sin capacidad de anticipación y de propuesta. ¿Qué dicen las propuestas respecto del desarrollo de Magallanes? ¿Cómo convertirán a Magallanes en el nuevo cluster del desarrollo turístico de la Patagonia? ¿Cómo nos debemos relacionar con el medio natural frágil y especial que poseemos, a fin de no matar la gallina de los huevos de oro? ¿Con que capacidad y con qué gente? ¿Con cuanta gente, y de qué perfiles técnico-profesionales? ¿Qué articulaciones entre empresas e Universidades se requiere? ¿Qué cambios paradigmáticos requieren nuestras Universidades regionales para insertarse como engranajes del desarrollo? ¿Qué tipo de educación debemos impartir en los diferentes niveles? ¿Cuánto apoyo del nivel central y cuanto grado de autonomía? ¿Qué estructura institucional e instrumentos de desarrollo y fomento? ¿Con que políticas de poblamiento e inmigración? ¿Con qué Políticas de desarrollo territorial, en una región con el 78% del territorio aún en manos del Estado? ¿Finalmente con que políticas podremos despegar definitivamente de ese letargo que todavía nos cubre como una sombra? Y todavía mas preocupante, ¿De qué forma enfrentaremos el inevitable ciclo de contracción que manifestará nuestro turismo estrella? ¿Con qué diversificación de nuestra base económica?

Es preocupante que no exista una propuesta coherente a nivel regional para enfrentar el futuro y que sigamos anclados al asistencialismo desde el nivel central. Y es todavía más preocupante considerando que efectivamente se viven buenos tiempos. Porque los tiempos de vacas gordas hay que saber capitalizarlos, para cuando lleguen las vacas flacas. De lo contrario estaremos cometiendo los mismos errores del 1900, esos que sumergieron a Magallanes en el letargo, y tendremos que volver a esperar otros 100 o 150 años para tener un momento tan bueno como el que hoy vivimos, para volver a tener la oportunidad histórica de convertir en realidad nuestros sueños de un futuro mejor para nuestros hijos.

Porque la República Independiente de Magallanes necesita dejar de ser solo una evocadora frase acuñada y convertirse en una propuesta concreta hacia el futuro.